Periodismo con bozal: la pauta oficial manda, la crítica desaparece y el pueblo es alimentado con desinformación estatal

En la Provincia, la prensa sigue siendo rehén del poder político, y el último informe de la Fundación Gabo lo deja en evidencia.
Bajo el título “Desiertos informativos, dependencia estatal no registrada e información turística impulsada por el Estado”, la investigación de María Hotschewer expone la realidad: la mayoría de los medios viven del financiamiento gubernamental, la investigación crítica prácticamente no existe y lo que abunda es propaganda disfrazada de periodismo.
El último informe de la Fundación Gabo sobre prensa en Catamarca:
— Valentina Casalongue Bonaudo (@valencasalongue) August 23, 2025
Desiertos de noticias locales: 50%.
Semidesiertos: 31%.
Semibosques: 19%.
Bosques informativos: 0%. pic.twitter.com/L9hQylPPjZ
El diagnóstico es demoledor. La provincia, con 429.562 habitantes y 101.486 km² de extensión, cuenta con 54 medios y 226 periodistas, de los cuales apenas el 31 por ciento son mujeres (71 trabajadoras). Las redacciones son mínimas —en promedio cuatro periodistas—, sin relaciones laborales registradas y con los propios trabajadores obligados a salir a vender publicidad para sostenerse.
Aunque el 80 por ciento de los contenidos se presentan como de interés público local, el dinero viene casi en su totalidad del Estado, lo que explica la tibieza a la hora de investigar al poder.
La radiografía del ecosistema informativo catamarqueño habla por sí sola:
- Desiertos de noticias locales (50 por ciento): Antofagasta de la Sierra, Fray Mamerto Esquiú, Capayán, Santa Rosa, El Alto, Ancasti, La Paz.
- Semidesiertos (31 por ciento): Tinogasta, Santa María, Pomán, Ambato, Valle Viejo.
- Semibosques (19 por ciento): Belén, Andalgalá, Capital.
- Bosques informativos (0 por ciento): ninguno.
La mitad de los departamentos no tiene acceso sostenido a información crítica y plural. El informe destaca que, entre 2021 y 2025, los desiertos bajaron de nueve a ocho, los semidesiertos se mantuvieron en cinco y los semibosques pasaron de uno a tres. Un avance mínimo que no cambia la ecuación: no hay un solo “bosque informativo” en toda la Provincia.
A eso se suma la precariedad laboral, la falta de diversidad en las redacciones y un ecosistema digital que apenas sobrevive gracias a páginas de Facebook y WhatsApp. Los nueve nuevos medios aparecidos desde 2021 no traen aire fresco: en su mayoría reproducen la agenda oficial o turística.
Peor aún, varias organizaciones denunciaron amenazas y presiones tanto de gobiernos locales como del crimen organizado, un dato que confirma la fragilidad del periodismo independiente en el Gobierno de Raúl Jalil.
Lo que se vende como “prensa local” la mayoría de las veces es un apéndice de los municipios o de la gobernación, maquillado con coberturas sobre economía, fiestas patronales y turismo. La investigación crítica, la que debería desnudar corrupción, abuso de poder o irregularidades, brilla por su ausencia.
La Provincia sigue sumida en un desierto informativo donde los políticos manejan la pauta, los periodistas trabajan sin derechos y el pueblo es víctima de la desinformación sistemática frente a los temas que realmente importan.