Política
Quedan los títeres

El clan Jalil-Corpacci-Saadi se disfraza: la misma mugre, con otro nombre

Jalil festeja “unidad” en la provincia: cambian las caras, pero la provincia sigue siendo el hormiguero corrupto de siempre. (Foto: CHATGPT-IA)

Después de casi 15 años, en Catamarca no aparecerán los apellidos Jalil, Corpacci ni Saadi en la boleta peronista. ¿Renovación? ¿Aire fresco? Nada de eso: el mismo club de parásitos de siempre, con otros nombres, pero bajo la batuta del mismo capo de la cueva, Raúl Jalil.

El gobernador se vende como el arquitecto de la “unidad”, pero lo único que armó es una lista de marionetas obedientes.

El ministro de Gobierno Fernando Monguillot como candidato, la diputada Claudia Palladino (exministra de Salud y ladera de Lucía Corpacci) como segunda, y un hombre de Ramón Saadi como tercero. O sea: los mismos tres apellidos de siempre disfrazados de suplentes. Un casting de mediocres al servicio del gobernador, la senadora y el intendente de la capital.

El peronismo catamarqueño ya es un chiste. Se pasan la provincia como si fuera un kiosco familiar, mientras la gente sigue empantanada en la pobreza estructural, la falta de laburo y servicios públicos de cuarta.

Y encima, el descaro máximo: Silvana Ginocchio, la esposa de Jalil, todavía ocupa una banca en Diputados nacionales. Un feudo de sangre azul disfrazado de democracia.

Mientras tanto, La Libertad Avanza intenta colar candidatos en todas las categorías, y la UCR con Movilización mete la cabeza como puede. Pero nada alcanza para borrar la postal ridícula: Catamarca va a elecciones con la misma política parasitaria aferrada, pero la mesa chica sigue siendo de los Jalil, los Saadi y los Corpacci.

Que nadie se engañe: Jalil no soltó el poder, lo multiplicó. Su jugada es simple: correrse de la boleta, poner títeres en los casilleros y seguir manejando la provincia como si fuera su empresa privada. Catamarca sigue hundida en un sistema clientelar donde el “recambio” es puro maquillaje.

En octubre, los catamarqueños irán a votar sabiendo que la boleta oficialista no lleva el apellido Jalil pero lleva su firma invisible en cada renglón.

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