Pese a la defensa de Jalil, respaldada por su bloque, los críticos piden explicaciones: “Si estamos tan bien, ¿para qué salir a pedir prestado a meses de las elecciones?”, cuestionó la diputada Juana Fernández (UCR). En ambos casos, la controversia cobró intensidad política justo en plena campaña electoral.

Jalil sostiene que la provincia está saneada y que el crédito está legitimado por la ley. Pero mientras tanto, crece la desconfianza sobre una narrativa que omite el contexto completo: deuda nueva, recortes federales y financiación anticipada para obra pública.

Para la oposición, el mensaje es claro: un relato financiero incompleto no es síntoma de fortaleza, sino de una estrategia mediática para influir en el voto.

La contradicción entre el “Catamarca no tiene deuda” y el préstamo multimillonario cristaliza la grieta política del momento: mientras el oficialismo presume solidez, la oposición denuncia que la realidad contable se disfraza de virtuosismo.

¿Gestión responsable o discurso electoral maquillado? La respuesta se plantará en el bolsillo de cada ciudadano y en la próxima auditoría pública.