Según Gustavo Yurquina, director de Turismo del municipio, los eventos atrajeron a 3590 visitantes, con una ocupación hotelera del 60 por ciento y un promedio de dos noches de estadía. Los datos, proporcionados por el Ministerio de Cultura, Turismo y Deportes, reflejan un movimiento económico significativo, pero que beneficia principalmente a sectores como la hotelería y la gastronomía, sin un impacto claro en los bolsillos de los trabajadores esenciales.

Yurquina destacó que estas actividades, enmarcadas en el "turismo de eventos y reuniones", buscan desestacionalizar la demanda turística. Sin embargo, la decisión de priorizar este tipo de iniciativas en un contexto de crisis económica y social genera críticas.

Mientras los profesionales de la educación y la salud luchan por sueldos que les permitan vivir dignamente, el gobierno provincial parece más interesado en proyectar una imagen de dinamismo turístico que en atender las necesidades básicas de su población.

El funcionario también anticipó una agenda cargada para los próximos fines de semana largos, con ferias de vinos y sabores en espacios como el Pueblo Perdido y la Casa de la Puna. ¿De qué sirve jarcatarse de estos espectáculos, afirman que se acumulan millones con ellos, si nada de eso va en beneficio de quienes más lo necesitan?